Todos los seres humanos estamos expuestos a una serie de situaciones que implican o demandan la capacidad de afrontar y resolver situaciones que pueden representar un conflicto. En determinadas ocasiones la preocupación y la ansiedad que aparece a la hora de elegir la decisión correcta, sobre todo cuando se trata de cuestiones más trascendentales, nos impide realizar un análisis racional y objetivo de la situación que tenemos delante.
El modelo de Solución de Problemas permite realizar una valoración cuidadosa y reflexionada de todos los aspectos que están implicados en el proceso de tomar una determinación para que podamos discernir de entre las diversas alternativas posibles la mejor opción. De este modo, se consigue disminuir el nivel de tensión y preocupación sobre la incertidumbre generada inicialmente.
¿Por qué a determinadas personas les cuesta tomar decisiones?
Según De Zurilla y Goldfried (1971), creadores del original Modelo de Solución de Problemas, la asunción principal de la cual parte esta técnica deviene que todos los seres humanos nos caracterizamos por ser solucionadores de problemas por naturaleza. Ahora bien, existen diferencias en el nivel de competencia hacia esta habilidad entre los individuos que se relacionan con la presencia o ausencia de la práctica habitual de esta estrategia en la vida cotidiana. Las personas que no ejercitan estas habilidades, experimentan el fenómeno conocido como “visión de túnel”, el cual consiste en la incapacidad de enfocar la atención en otro foco diferente al problema (y no en cómo afrontarlo) y por lo tanto no son capaces de centrarse en encontrar las posibles soluciones a este.
Así, los autores definen esta metodología como un proceso cognitivo y comportamental que ayuda a la persona a hacer disponibles una variedad de alternativas de respuesta para enfrentarse con situaciones problemáticas, y a la vez, incrementa la probabilidad de seleccionar las respuestas más eficaces entre las alternativas posibles.
Aplicación práctica del modelo: las 5 fases
La formulación inicial de De Zurilla y Goldfried consta de las cinco fases siguientes:
a. Orientación hacia el problema:
En un primer momento se debe realizar un ejercicio de concienciación sobre la naturaleza de las situaciones problemáticas, incrementando su sensibilidad hacia las mismas y entendiendo que forman parte de la condición del ser humano. La intervención se centra en modificar las creencias, expectativas y valoraciones sobre los problemas, en controlar las ideas que el sujeto dispone sobre su propia capacidad para solucionarlos; así como también en minimizar el malestar que esto conlleva. Se plantea así, que los problemas son naturales e inevitables y que es posible afrontarlos de una forma eficaz.
b. Definición y formulación del problema:
El objetivo de esta etapa es definir el problema en términos operativos, de forma que esto ayude a la generación de soluciones relevantes. Para tal finalidad, se pueden utilizar tres estrategias:
- Operacionalización del problema: delimitar el problema real, y descomponer la situación compleja en una cadena o secuencia de situaciones problemáticas más simples a fin de abordar más eficazmente cada uno de ellas individualmente.
- Selección de datos relevantes: recaudar información sobre el problema o decisión a tomar, como por ejemplo quién está implicado; qué, dónde, cuándo, y por qué sucede; formas de afrontamiento posibles, información de situaciones del pasado que pueden guardar alguna relación con el problema actual, etc.
- Establecimiento de objetivos sobre todo aquello que puede hacerse realmente ante el problema.
En definitiva, la persona tiene que definir el problema y reunir toda la información posible respecto de la situación que le preocupa. Todo esto debe de realizarse en lenguaje concreto, evitando inferencias y suposiciones. Un error que suele condicionar una eficiente resolución del problema reside muy frecuentemente en una incorrecta definición del mismo y de la cuestión que realmente está generando la preocupación.
c. Generación de soluciones alternativas:
El objetivo del modelo es que la persona encuentre una gama amplia de respuestas posibles para su problema; razón por la cual, la “lluvia de ideas” es una buena opción para aplicar, pero debe ser guiada por una serie de normas:
- Principio de aplazamiento del juicio: la crítica o valoración sobre la adecuación de las propuestas se pospone para más adelante, por lo cual cualquier alternativa es válida en esta fase.
- Principio de la variedad: se deja trabajar la imaginación, generando así la mayor variedad de opciones posibles.
- Principio de la cantidad: el número de opciones que se manejen debe ser cuanto más elevado mejor. Entre todas ellas siempre se obtendrán varias que sean viables.
d. Toma de decisiones:
En esta fase, se seleccionarán las alternativas que contribuyan a la solución del problema. Para lo cual el individuo debe tener en cuenta las consecuencias a corto, medio y largo plazo de todas y cada una de las soluciones que ha planteado. Después se propone razonar críticamente sobre cada una de las soluciones que ha indicado teniendo en cuenta las consecuencias que ha identificado para cada una de ellas. Es conveniente que le asigne una puntuación a cada una de las soluciones. ello le permitirá posteriormente, seleccionar las que obtengan una puntuación extrema y ponerla en práctica. Puede resultar muy útil elaborar una tabla con cada una de las opciones propuestas y asignar valores entre 0 y 10 en las tres categorías siguientes: a) interés y motivación para escoger aquella opción (aspectos emocionales de la decisión); b) dificultad de la puesta en marcha de la solución; c) efectividad de la solución (si se consigue resolver de forma definitiva el problema con esta alternativa).
e. Ejecución y verificación de la solución:
El objetivo de este paso es poner en práctica la alternativa que se ha escogido, y evaluar la efectividad de la misma. En esta evaluación debe contempla un proceso de auto-observación, auto-evaluación y auto-refuerzo (un análisis de los resultados y valoración de la propia actuación). En el supuesto de que el resultado no sea el esperado, deberá verse en qué fase se ha cometido un error y, posteriormente, realizar los cambios necesarios en su re-ejecución para que el resultado sea satisfactorio.
A modo de conclusión
Este modelo ha demostrado su eficacia en la resolución de problemas de la vida cotidiana permitiendo una disminución de la preocupación de la persona ante una situación compleja. Su ventaja principal deviene la aportación de un análisis racional sobre el hecho en cuestión, a la vez que también incorpora un componente emocional que ayuda a escoger la decisión más efectiva de forma equilibrada. Una vez se ha discernido la alternativa a poner en marcha y se descartan todas las restantes, la sensación de angustia se minimiza, debido a que la principal fuente de ansiedad suele ser la incertidumbre sobre «qué hacer ante un problema» y con este modelo, esta incógnita queda satisfactoriamente resuelta.
Referencias bibliográficas
Labrador, F. J., Cruzado, J. A. y Muñoz, M. (1998): Manual de técnicas de modificación y terapia de conducta. Madrid: Editorial Pirámide.
Méndez Carrillo, F., Olivares R., J. y Moreno G., P. (1999): Técnicas de Modificación de Conducta. 2ª Edición. Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.
Muy importante de acuerdo anuestra vida cotidiana
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Gracias por tu comentario, Esterlina. Te invito a seguir mi blog o a suscribirte a la página web http://www.elisabetrodpsicologia.net para estar al corriente de todas mis publicaciones. Saludos.
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