La asertividad se ha convertido en una de las herramientas más importantes y útiles en la gestión emocional, ya que permite una expresión de opiniones, deseos y sentimientos basadas en la seguridad en uno mismo, así como en el respeto y empatía hacia los demás. Veamos cómo puede aplicarse de forma concreta en el día a día mediante las sencillas indicaciones que se exponen a continuación.
Estrategias de comunicación y comportamiento asertivo
1. Analiza cuál de los estilos desadaptativos utilizas en los diferentes ámbitos de tu vida (personal, amistades, entorno laboral, pareja, etc.) agresivo vs. pasivo, con la finalidad de identificar cuáles son los aspectos principales de mejora. Por ejemplo, es posible que observes que en tus interacciones falta más firmeza, mayor serenidad, amabilidad, utilizar un tono más suave o dotar tu discurso de mayor contundencia. Realiza un lista de ellos y anota las situaciones en las que te resulta más complejo aplicar la asertividad. Empieza a practicar en las de dificultad menor y avanza hacia aquellas de mayor complejidad de forma gradual.
2. Al expresar tu discrepancia, utiliza frases que partan desde el «yo», por ejemplo: «Yo considero que te has mostrado excesivamente crítico conmigo porque …», «He tenido la sensación de que no me prestabas atención, ya que…» etc. Evita expresiones taxativas como «Estás completamente equivocado», «No tienes razón en absoluto», etc. Tu perspectiva, es intrísecamente subjetiva, por lo que no puede confundirse con una verdad incuestionable.
3. Escucha los argumentos de la otra parte y pon en marcha tu capacidad empática, intentando comprender a la otra persona y evitando las interrupciones. Resulta muy positivo mantener el contacto ocular y un lenguaje corporal orientado a tu interlocutor, de tal forma que trasmitas el mensaje de que deseas que el diálogo sea constructivo para ambos.
4. Propon acuerdos y puntos de consenso, negociando y cediendo en alguna parte de la conversación (siempre y cuando lo consideres realmente justo). Recuerda que el objetivo fundamental es solucionar el conflicto y no tanto que la otra persona te dé toda la razón.
5. Busca satisfacer tus propias necesidades expresando claramente tus deseos y opiniones. Evita caer en el error de pensar que los demás deben adivinar tu pensamiento o tus sentimientos concretos sobre una situación determinada.

6. Aprende a decir NO justificando con argumentos válidos y racionales tus decisiones. Deviene una equivocación asociar la idea de que siempre se debe satisfacer las peticiones de los demás para ofrecer una imagen propia positiva. En realidad, las personas que se muestran seguras y mantienen sus determinaciones amablemente suelen despertar un sentimiento de interés y confianza en los demás.
7. Elije el momento adecuado para trasmitir tu discrepancia o tu petición de cambio de conducta al otro. No resulta recomendable mantener una conversación importante cuando el nivel de influencia emocional (rabia, tristeza, temor) es elevado. Pospon el diálogo hasta haber realizado un análisis racional y reflexionado sobre la situación acontecida.
8. Haz uso de la técnica «EL DISCO RAYADO», la cual consiste en repetir una misma frase que exprese la firmeza de tu decisión tras cada réplica del interlocutor, manteniendo el tono firme pero suave. Por ejemplo: «Entiendo tu postura pero sigo sin estar de acuerdo con el planteamiento que me realizas».
9. Aprende a aceptar aquellas crítica realizadas de forma constructiva. Interioriza que el aprendizaje se produce a base de cometer errores, por lo cual una idea adaptativa deviene el hecho de otorgarles una connotación positva a las equivocaciones. La creencia de que es posible evitar errar en todas y cada una de las ocasiones del día a día es una ilusión que se aleja totalmente de la realidad y sirve exclusivamente para generar malestar y una excesiva presión a ti mismo.
10. Acepta tus emociones, exprésalas de forma natural bajo la premisa de que todas ellas cumplen una función adaptativa para el ser humano. La causa fundamental del malestar emocional es la tendencia bien a reprimirlas o bien a dejarse llevar por ellas. Interioriza la idea de que las situaciones cotidianas pueden influirte emocionalmente y ello es un fenómeno natural. Por lo tanto, destierra la idea de sentirte mal por experimentar una emoción determinada, sobre todo si es desagradable como la rabia o el temor. Por ejemplo, resulta adecuado identificar que la discusión con tu pareja te ha generado enfado y rabia y por ello, prefieres tomarte un tiempo y espacio para afrontar la situación para volver a dialogar con ella posteriormente. En cambio, dejarse llevar por la emoción consistiría en realizar recriminaciones, críticas en forma de ataque personal, gritos, comentarios desagradables o amenazas como reacción inmediata ante la situación de conflicto en cuestión.
11. Pide cambios de conducta partiendo de la expresión de desacuerdo ante una acción o comportamiento concreto, evitando realizar críticas generales personales. Por ejemplo, «Considero que el tono que has utilizado esta mañana durante el desayuno ha sido elevado y despectivo», en lugar de «Eres un maleducado, siempre me gritas y no lo soporto».
Como recomendación final puede ser útil, a fin de valorar tus progresos, puede resultar muy útil valerte de un cuaderno de registro donde anotar cómo has afrontado las situaciones asertivas. Siguiendo estas orientaciones, verás como te resulta cada vez menos complejo y problemático comunicarte eficazmente con las personas de tu entorno.
Bibliografía de referencia
Castanyer, O (2014). La asertividad: expresión de una sana autoestima. Ed. Desclee de Brouwer: Barcelona.