Las semanas correspondientes al mes de junio, que coinciden con el cierre de la temporada escolar en curso, derivan en algunas ocasiones un periodo significativamente arduo y complejo de gestionar a nivel psicológico para los más pequeños de casa. Este hecho puede comportar consecuencias emocionales como incrementos en la irritabilidad, descenso de la motivación y del rendimiento académico, apatía e incluso conductas desafiantes por parte del alumno. Tales signos correlacionan en mucha mayor medida en casos de trastornos del aprendizaje o en presencia de dificultades más de tipo emocional.
Lidiar con este fenómeno puede resultar complejo e incluso estresante tanto para las figuras parentales como para los educadores. En el siguiente texto se exponen una serie de reflexiones y orientaciones que pueden facilitar el tránsito por esta etapa de una forma más adaptativa, pacífica y empática para todas las partes implicadas.

Las reacciones infantiles aversivas no son fruto de la maldad interna, sino producto del agotamiento acumulado
Un primer punto relevante a considerar por parte de las figuras adultas recae en comprender que el comportamiento o las reacciones desadaptativas que emite el niño durante estos periodos son fruto de la acumulación del esfuerzo invertido durante el curso escolar, siendo esta la forma de expresar el agotamiento psicológico tras casi nueve meses de tareas escolares, estudio, rutinas y horarios exigentes.
Como ocurre en el adulto, ante la experiencia de un estado de estrés mantenido en el tiempo, aumenta la probabilidad de la emisión de reacciones inadecuadas o poco reguladas emocionalmente. En el caso de los niños, este fenómeno es aún más notorio puesto que, a nivel neuroanatómico, las estructuras cerebrales que modulan el control de la conducta, la toma de decisiones y la regulación emocional se encuentran aún en desarrollo.
Empatizar y adoptar una postura conciliadora vs. la confrontación autoritaria
Considerando el punto anterior, parece razonable concluir que la capacidad infantil para gestionar una época estresante puede ser más limitada que la que puede disponer el educador o la figura parental adulta que lo acompaña. Esta idea va a ser un importante punto de partida para facilitar la adopción por parte de esta última de una actitud empática y comprensiva hacia el escolar. Ello no significa necesariamente que se deba adoptar una postura excesivamente permisiva respecto del cumplimiento de las obligaciones y responsabilidades académicas del menor (máxime tratándose de la etapa final del curso, donde se evalúa el trabajo realizado durante todo el año y se determina su superación materia a materia) pero sí parece recomendable y más efectivo apostar por una actitud de acompañamiento y soporte, de refuerzo positivo y de escucha activa de las inquietudes expresadas por el pequeño.
En efecto, deviene responsabilidad del alumno esforzarse durante todo el curso a fin de obtener los mayores aprendizajes posibles y, por ende, alcanzar su superación de la forma más satisfactoria posible trimestre tras trimestre. Sin olvidar este hecho, parece recomendable educar al niño en dicha responsabilidad de una forma constructiva y positiva. Así, posturas críticas expresadas en forma de amenazas, mensajes de tipo autoritario o exceso de exigencia pueden socavar y agravar sobremanera la capacidad del estudiante para afrontar la dura época que conllevan las últimas semanas escolares. Otro aspecto que conviene tener en cuenta, sobre todo durante estas semanas, hace referencia a la tendencia de algunos educadores a insistir reiteradamente a la hora de realizar una petición o una indicación determinada al pequeño. Los niños, mediante la habituación a este fenómeno, se acaban acostumbrando a que se les repita una misma demanda varias veces antes de llevarla a cabo sin que ello lleve consecuencias a nivel práctico (por ejemplo retirar la consola o disminuir el tiempo de uso del PC) por lo cual, acaban «desconectando» del mensaje emitido por el adulto y no llegan a realizar la petición solicitada porque han aprendido a recibir varios avisos antes de la penalización. Llegados a este momento, es altamente probable que pueda generarse un conflicto entre ambas partes.
Indicaciones útiles en la prescripción de peticiones
Dentro de las recomendaciones pedagógicas relativas a las técnicas de Modificación de Conducta, las siguientes orientaciones pueden resultar eficaces a la hora de realizar una demanda al menor, evitando discusiones y situaciones desagradables tanto en aula como en el hogar:
- – Resulta más positivo realizar una petición concreta situándose delante del niño de forma que se establezca el contacto físico o visual y se asegure la captación de la atención por parte del menor.
- – A continuación se le explica de forma asertiva (calmadamente pero con firmeza) que es lo que se espera de él y qué va a ocurrir en caso de que no se cumpla la indicación.
- – Dejando un margen de tiempo suficiente para el cumplimiento de la demanda y recurriendo a un máximo de un único recordatorio, se recomienda aplicar la consecuencia anticipada consistemente y sin ceder ante las potenciales quejas del niño.
En la aplicación continuada y sin excepciones de esta metodología, la conducta del pequeño se irá modulando gradualmente en positivo.
La idea central es, como conclusión, hacer entender a los pequeños que es comprensible su agotamiento tanto físico como mental, que puede contar con la comprensión y apoyo parental y que se le anima desde una posición de soporte positivo en la consecución de sus responsabilidades académicas. Además, es beneficioso mostrarles que el establecimiento de límites y normas de comportamiento va a suponerles la adquisición de una capacidad más madura en la toma de decisiones y, en definitiva, aquello que les va a resultar más ventajoso o más perjudicial en un determinado momento.