Seamos realistas. El estilo de vida al que nos vemos abocados por inercia debido al ritmo de la sociedad actual, no favorece la promoción de un estado de bienestar emocional, el sosiego o la calma. Parece que dispongamos de un dispositivo modo on 24/7 que nos impulsa a pensar, decidir o actuar de manera rápida e inmediata, y todo ello nos conlleva a actuar como autómatas, de una manera poco consciente.
Uno de los principios que comparten diversas terapias como por ejemplo las de corriente cognitivo conductual o las terapias de tercera generación (y en concreto las centradas en la atención plena) enfatizan precisamente la relevancia de la toma de conciencia de los aspectos que están produciendo malestar, para modificarlos y adaptarlos en el primer caso, o para aceptarlos y dejarlos ir en el segundo. Por lo tanto, parece que el fenómeno de tomar consciencia sobre el malestar y sobre los elementos relacionados con este, deviene sumamente relevante en la gestión de nuestras emociones y en la forma cómo reaccionamos psicológicamente ante posibles adversidades personales.
Con la finalidad precisamente de hacer conscientes qué tipo de hábitos, tanto a nivel cognitivo como a nivel conductual, tendemos a realizar cotidianamente e identificar cuan perjudiciales pueden ser para la propia salud emocional, a continuación se exponen 10 prácticas nocivas que perjudican significativamente el nivel de estima que podemos disponer hacia nosotros mismos y hacia los demás, provocando que adoptemos una visión pesimista y negativa sobre nuestra vida y sobre el mundo que nos rodea. Así, a modo de anti-decálogo se indican las siguientes prácticas que, de forma cotidiana, pueden arrastrar al ser humano a la experiencia de malestar psicológico:
- Deja de hacer actividades cotidianas que te satisfacen. De esta manera disminuirás los momentos diarios de placer y satisfacción, a los niveles de dopamina y serotonina de tu sistema nervioso descenderán. Además conseguirás disponer de más tiempo para darle vueltas a tus preocupaciones cotidianas.
- Rechaza invitaciones y planes para hacer con tus amigos. Aíslate de tu entorno social para dejar de percibir sensaciones como la complicidad, la confianza, el apoyo, la generosidad, etc. Al estar en menor contacto con tus amistades, pierde la capacidad para exteriorizar y compartir tus ideas, tus proyectos, tus sentimientos, etc.
- Busca defectos a todo y realiza críticas sin cesar: a tu vestimenta, a la climatología, a tu forma de ser, a las decisiones de los demás, las propias, etc. Crítica todo lo que haces y a todas las personas que te rodean, de tal forma que crees interiormente un cúmulo de razones para martirizarte y generar sentimientos negativos hacia los demás.
- Obsesiónate con tu imagen física, haciendo dietas estrictas sin descanso. No te permitas ingerir ni una caloría más de lo estrictamente necesario, pasa hambre y mírate constantemente en el espejo señalando todas las zonas que no te gustan de tu cuerpo. Para nada se te ocurra valorar aquellos aspectos con los que te sientes bien. Piensa en todo momento que el éxito personal está exclusivamente asociado a tener un cuerpo de supermodelo.
- Recuerda constantemente los errores del pasado y responsabilízate de todos ellos. En ningún momento seas comprensivx o amable contigo mismx, cúlpate por todas las situaciones personales adversas del pasado, centrándote en el problema de lo sucedido. Rememora a diario ese tipo de recuerdos; los errores realmente no sirven para aprender de ellos, sino para fustigarse sin fin.
- Invierte la mayor parte del día en postear en las redes sociales todos tus movimientos. De esta manera, invierte el máximo de tiempo posible en ofrecer una imagen envidiable de ti mismx al resto de tus contactos para, finalmente, impedir que puedas disfrutar de la experiencia en cuestión en directo.
- Mantén una actitud pasiva en tu trabajo, pasa desapercibidx y no expongas iniciativas de mejora, nuevas ideas o proyectos interesantes. Con un perfil bajo, te evitas muchos problemas y complicaciones; lo más seguro siempre es mantenerse en tu zona de confort y conformarse a no aspirar a ninguna meta nueva.
- Enfádate contigo mismo cuando tengas alguna preocupación recurrente, así conseguirás duplicar la sensación de malestar al añadir a la preocupación la emoción de la rabia. De esta manera, harás que la gestión de los problemas que puedan surgir se vuelva más compleja.
- Guarda rencor y no perdones a quien te ha tratado injustamente, incluso a ti mismx. Por lo general, alimentar la rabia interiormente aporta un estado de activación en el sistema nervioso que dificulta considerablemente que puedas generar emociones y sentimientos más positivos, como la calma, la alegría o la satisfacción.
- Piensa fehacientemente que todo lo que ocurre en tu vida es debido a supersticiones, confabulaciones en tu contra o cuestiones de azar. Para nada tengas en cuenta la propia capacidad para gestionar emocionalmente adversidades o para tomar un control activo de tus acciones, sino déjate vencer por los acontecimientos adversos con resignación y pesimismo.
¿Cuántos de estos comportamientos sueles hacer en tu día a día? Quizás realizando una reflexión sobre las implicaciones o la utilidad de estos hábitos en tu bienestar emocional consiga hacer consciente hasta qué punto devienen perjudiciales.