Autora: Carla Carulla Capdevila, psicóloga infantojuvenil en Elisabet Rodríguez – Psicologia i Psicopedagogia.
Se ha puesto de manifiesto en anteriores publicaciones el impacto y las consecuencias emocionales que ha generado la pandemia de la COVID-19 en la población, especialmente en niños, adolescentes y jóvenes. Uno de los trastornos que se ha visto más incrementado tras esta situación de crisis sanitaria son los trastornos de la conducta alimentaria (TCA).
¿Qué son realmente los trastornos de la conducta alimentaria?
Los TCA constituyen un grupo de trastornos mentales caracterizados por alteraciones específicas y severas en la ingesta alimentaria y/o la aparición de comportamientos encaminados a controlar el peso. Las consecuencias de estas alteraciones aparecen en un plano físico y psicosocial, y las características principales de estos trastornos son un comportamiento distorsionado con la alimentación y una preocupación extrema por la propia imagen corporal y el peso.
¿Qué tipos de TCA existen?
Los trastornos más comunes dentro de los TCA son la anorexia nerviosa (AN), la bulimia nerviosa (BN) y el TCA no especificado, que incluye el trastorno por atracón. Este grupo de trastornos es complejo, y aunque los diferentes trastornos comparten ciertos atributos, pueden variar en gran medida en cuanto a sus manifestaciones físicas, psicológicas y conductuales.
¿Quién es más probable que pueda padecer un TCA?
Según los datos epidemiológicos, las mujeres jóvenes son el colectivo que presenta mayor vulnerabilidad a padecer un TCA, especialmente entre los 15 y 25 años. La incidencia de este grupo de trastornos ha aumentado significativamente desde la década de los 70 y se presentan de forma habitual junto a otros trastornos, especialmente la depresión y los trastornos de ansiedad. La población que presenta mayor riesgo a padecer un TCA es la formada por atletas, modelos, deportistas, personas con antecedentes familiares de TCA o obesidad en la niñez, historia de abuso sexual, de maltrato y antecedentes de depresión.
¿Qué es exactamente la anorexia nerviosa?
La anorexia nerviosa es un trastorno de la conducta alimentaria que consiste en una restricción de la ingesta que conduce a un peso corporal significativamente bajo en relación a la edad y la altura. Está acompañado por el temor intenso a ganar peso y la presencia de alteraciones en la forma que uno mismo percibe su propio peso o constitución. Actualmente están descritos dos subtipos de anorexia nerviosa: el restrictivo, que se caracteriza por una pérdida de peso debida especialmente a la dieta, el ayuno y el exceso de ejercicio físico; y el subtipo con atracones y purgas, en el cual la persona presenta episodios recurrentes de atracones o conductas purgativas como pueden ser el vómito autoinducido o el uso de laxantes y diuréticos. Estas alteraciones producen a las personas que las padecen problemas a nivel físico y del funcionamiento cognitivo, emocional y social.
¿Cómo se llega a desarrollar la anorexia nerviosa?
Algunos autores plantean el modelo explicativo de la AN que describe al trastorno como el resultado de la interacción entre tres tipos de factores: predisponentes, precipitantes y mantenedores. Dentro de estos tres encontramos factores biológicos, como alteraciones genéticas; factores socioculturales, como los modelos familiares y la presión social sobre el ideal de belleza; y factores psicológicos, como pueden ser los trastornos de ansiedad y la depresión o bien alteraciones de la propia imagen corporal.

¿Qué impacto tiene realmente el entorno social en el desarrollo de un TCA?
Las teorías socioculturales explican que la idealización cultural de la delgadez y las presiones para adelgazar en las mujeres, mediante la exposición a los medios de comunicación y redes sociales, así como por parte de familiares o entorno cercano, tienen una gran influencia en la creación de factores de riesgo para un TCA, como son la insatisfacción corporal y la obsesión por la delgadez. La presión recibida por parte de la sociedad para cumplir el ideal estético corporal lleva a la insatisfacción corporal a través de dos mecanismos: la internalización del ideal de delgadez o bien las comparaciones sociales basadas en la apariencia física. Un metanálisis realizado por Hausenblas et al. (2013) demostró que la exposición a imágenes de cuerpos ideales efectivamente aumenta la insatisfacción corporal.
¿Y cómo influye el estado psicológico en el desarrollo de un TCA?
Por lo que respecta a los factores psicológicos, se ha encontrado que rasgos de la personalidad como el perfeccionismo, síntomas depresivos, una baja autoestima y la impulsividad; así como dificultades para la expresión emocional y la necesidad de control son predictores del desarrollo de síntomas de TCA.
¿Existen tratamientos eficaces para la anorexia nerviosa?
Sí, actualmente existen tratamientos que han demostrado ampliamente su eficacia para la anorexia nerviosa, como por ejemplo la Terapia Cognitivo Conductual Mejorada (CBT-E), de Fairburn (2008). Es importante que el abordaje terapéutico que se siga aborde el peso y el comportamiento alimentario; así como también los problemas psicológicos, trabajando la insatisfacción corporal, las cogniciones disfuncionales y las dificultades interpersonales, entre otros. El abordaje del comportamiento alimentario tiene por objetivos modificar creencias desadaptativas sobre la alimentación, reducir las conductas restrictivas y compensatorias y normalizar los patrones alimentarios de la persona. Este punto es especialmente importante, ya que en general existe mucho desconocimiento e información errónea sobre la alimentación y los hábitos saludables, desinformación que se ha visto altamente incrementada con la aparición y popularización de las redes sociales. Asimismo, el abordaje de la insatisfacción corporal, consiguiendo establecer una relación justa y adaptativa con la propia imagen corporal, es otro de los puntos clave en el tratamiento de un TCA.
¿Por qué es complicado el proceso de recuperación de un TCA?
No existe un proceso terapéutico lineal, todos los procesos cuentan con sus altibajos y sus dificultades; no obstante, en el proceso de recuperación de un TCA supone una gran dificultad el cuestionar y cambiar los ideales de belleza que tenemos tan interiorizados en la sociedad actual, que hace culto a la delgadez y aplaude cualquier cambio corporal que se acerque a estos ideales. Hacer frente a la presión social que recibimos a diario e ir cuestionando y poniendo límites a estos mensajes supone un esfuerzo extraordinario para la persona que está en un proceso terapéutico de un TCA y es uno de los factores que los hacen tan resistentes al cambio. Como terapeutas debemos de ser muy conscientes de la dificultad que el proceso supone para conseguir trabajar desde la máxima empatía, validación, comprensión y no juicio.
Referencias bibliográficas
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