Autora: Carla Carulla (psicóloga infantojuvenil en Elisabet Rodríguez – Psicologia i Psicopedagogia Granollers).
En la sociedad actual aún existe confusión entre los términos sexualidad y sexo, así como entre los conceptos que se refieren a diversas dimensiones de la sexualidad como el deseo sexual, la excitación, las fantasías, etc., entre otros. En el presente artículo se desarrollan dichos conceptos tan relevantes a fin de favorecer una mayor comprensión y, por tanto un mejor disfrute de la propia sexualidad.
¿Sexualidad es sinónimo de sexo?
No, la sexualidad es un espectro muy amplio que va mucho más allá de las relaciones sexuales coitales. Sin embargo, a menudo y debido a la falta de educación sexual, se asocia sexualidad a genitalidad. Esto puede conllevar consecuencias como dificultades para hablar del tema con naturalidad o a la hora de gestionar las cuestiones prácticas relacionadas con el sexo. Diversos aprendizajes que se generan durante la infancia poseen un papel muy relevante en esta cuestión. Algunos de ellos se mencionan a continuación:
– Desde la infancia se asocian los genitales a vergüenza y culpa. Se aprende que no se deben mirar, tocar o mostrar.
– No se enseña el vocabulario y las palabras apropiadas para hacer referencia a las partes del cuerpo que se corresponden con los genitales. Las palabras de las que se dispone son infantiles, irónicas o con doble sentidos.
– La información que se obtiene se limita a la anatomía más básica de los órganos sexuales, la anticoncepción, el embarazo y las enfermedades de transmisión sexual.
Sin embargo, esta visión de la sexualidad es muy limitada, ya que como se indica anteriormente, la sexualidad va mucho más allá del sexo. La sexualidad es un aspecto central del ser humano que involucra el sexo, la identidad y los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. La sexualidad se experimenta y expresa en los pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y relaciones. Así, se entiende que la sexualidad forma parte de una de las múltiples facetas de la identidad personal.
El concepto de «sexo»
Por lo que refiere al sexo, este involucra a todos los actos que pueden provocr la respuesta de excitación sexual. Tradicionalmente, se tiende a definir como «relaciones sexuales completas” únicamente las que incluyen penetración, pero el sexo va mucho más allá de este acto. También se deben incluir los besos, las caricias, el sexo oral, la estimulación de las zonas erógenas del cuerpo, la masturbación, etc., entre otros. Por lo tanto, la penetración es simplemente una practica más dentro de todo el conjunto de posibilidades sexuales que existen, y esta, se puede incluir o no en las propias relaciones sexuales.
¿Qué diferencia hay entre deseo y excitación sexual?
El deseo sexual es la necesidad que mueve a la persona a ser receptiva a experiencias sexuales o a buscar oportunidades para la actividad sexual. Así, el deseo sexual impulsa a la persona a interesarse física, emocional y sexualmente por otras personas y a decidir establecer relaciones románticas o sexuales con estas. El deseo sexual se produce debido a la activación de un sistema neurofisiológico complejo y que se encuentra sometido, a su vez, al aprendizaje y al proceso de socialización, por lo que cada persona lo vive de una manera diferente; y esta no debe considerarse ni mejor ni peor que otras.
Por otro lado, la excitación es la respuesta física del propio cuerpo, como consecuencia de algún tipo de estimulación, que despierta cambios fisiológicos propios de esta fase como: aumento del ritmo y la presión sanguínea, aumento de la tensión muscular, un posible endurecimiento de los pezones y el clítoris o el pene, sensación de bienestar y abandono, etc. Comúnmente se ha asociado de manera errónea la excitación masculina a la erección y la femenina a la lubricación. Aunque estos pueden ser dos cambios físiológicos que pueden tener lugar en la respuesta de excitación, no necesariamente ambos fenómenos van siempre relacionados. Es decir que se puede estar excitado/a sin mostrar las respuestas de erección o lubricación, respectivamente.

¿Por qué es tan importante el consentimiento en la práctica sexual?
En todas las relaciones sexuales y afectivas debe existir un trato que reconozca siempre la dignidad y la libertad individual y de la pareja, siendo por ello, la comunicación un aspecto básico. Un diálogo sincero y abierto que facilite la expresividad, que ayude a tener en cuenta el punto de vista del otro, a conocer y entender los deseos de cada uno, así como la forma de vivir la propia vida sexual, los posibles motivos de insatisfacción, etc., contribuye de manera central a adquirir un nivel de gratificación saludable en la vida sexual y afectiva de cada individuo.
Para que eso sea posible, es importante aprender a establecer los propios límites personales y respetar los de la pareja. Cabe también tener presente que tanto estos últimos como también el grado de deseo no son estáticos y pueden cambiar con el paso del tiempo. Este carácter dinámico puede verse alterado incluso durante el curso de una misma relación sexual, por lo que el consentimiento puede ser reversible en todo momento.
Expresar los deseos propios y los del otro miembro de la pareja, así como respetar los límites propios y los de los demás no debe ser necesariamente incómodo. De hecho, hablar sobre lo que se desea puede producir el efecto contrario y hacer que tanto uno mismo como la pareja se sientan más excitados y respetados.
El papel de las fantasías sexuales
La actividad de fantasear es una capacidad que innata y natural del ser humano que está presente a lo largo de todo el recorrido vital. Se entiende por fantasía sexual o erótica, el conjunto de pensamientos de contenido sexual que acostumbran a utilizarse con finalidades eróticas, como puede ser masturbarse, excitarse, recrearse en ellas mientras se mantienen relaciones sexuales, fomentar el imaginario erótico, etc. Es importante tener en cuenta que el hecho de fantasear sobre algún aspecto en concreto no implica el deseo explícito de llevarlo a cabo en la realidad necesariamente.
Las fantasías tienen una repercusión muy positiva en la propia sexualidad, ya que incentivan el deseo sexual y el crecimiento erótico. Además, pueden suponer una fuente de mejora de la autoestima y el atractivo personal. Se pueden llevar a cabo de manera sencilla y en cualquier sitio, por lo que cuanto más se practica, más sencillo resulta desencadenar un mayor grado de bienestar o placer experimentado e incluso una respuesta sexual más satisfactoria.
Referencias bibliográficas
Cabello, F. (2010). Manual de sexología y terapia sexual (1.a ed.). Editorial Síntesis, S. A.
Maltz, W, y Boss, A. (1998). El mundo íntimo de las fantasías sexuales femeninas: un viaje de pasión, placer y autodescubrimiento. Editorial: Paidós Ibérica.
Sánchez, L. F. (2017). Educación sexual y ética de las relaciones sexuales y amorosas: Cómo trabajar en favor del placer y el bienestar (Biblioteca Universitaria) (1.a ed.). Ediciones Pirámide.
Zapiain, G. J. (2020). Psicologia De La Sexualidad (El Libro Universitario – Manuales). Alianza.
Me pregunto por qué nos hacen tanta vergüenza cerrar una cortina cuando estamos desnudos. La censura que nos aplican en la infancia llega hasta etapas muy adultas.
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