Autora: Laura García (psicopedagoga en Elisabet Rodríguez – Psicologia i Psicopedagogia Granollers).
¿Qué significa poner límites y qué papel juega el adulto en este fenómeno?
Existe la falsa creencia de que los niños a los que se les habla desde la tranquilidad en situaciones de conflicto para resolver un problema concreto, no saben establecer límites porque desde esta perspectiva, la figura adulta no está actuando como dominante o firme y no les está ordenando lo que deben hacer. En épocas más recientes, este planteamiento se está viendo cuestionado y son muchos los mentores que defienden acertadamente que la educación respetuosa es la que mejores resultados ofrece a largo plazo.
Para educar a personas que en la edad adulta se conviertan en individuos respetuosos, es necesario que en la niñez de estos hayan sido tratados con respeto, ya que los niños/as tienden a adquirir la conducta aprendida por modelaje u observación de sus progenitores o referentes de manera principal.
Establecer un límite a un niño/a, significa plantear unas normas básicas de conducta en el infante por las cuales ciertos comportamientos peligrosos, inadecuados éticamente o simplemente inviable en un momento determinado no están permitidos. Por ejemplo, el hecho de no dejar subir a un niño/a para saltar en el sofá de casa puede entenderse como un límite porque puede provocar daños tanto al sofá como al menor. Es esencial en el establecimiento de los límites comportamentales exponer al infante las razones por las cuales tal conducta no está permitida, a fin de que pueda entender la lógica de la decisión en lugar de considerarla una imposición autoritaria.
Cuando se establece un límite claro, cabe asumir que ante la primera etapa el niño/a puede mostrar cierta resistencia y una reacción de intensa frustración, esto un fenómeno natural. Sin embargo, si la aplicación de estos es consistente, el pequeño/a acabará por interiorizar estas normas como naturales, como un fenómeno al que debe habituarse. normal a lo que, simplemente, debe acostumbrarse.

El establecimiento de límites desde el respeto
Este proceso requiere de una actitud paciente del adulto, así como de mucha práctica, implicación y, finalmente, de la aceptación de que debe darse un espacio y tiempo para que el niño asuma este límite conductual. En el ejemplo indicado anteriormente sobre la conduta de saltar en el sofá, si la madre comprende lo que desea su hijo y se lo hace saber, lo acompaña en el proceso y lo sostiene mientras el niño aprende a gestionar su estado de frustración, a la vez que le ofrece otras opciones a lo que él plantea e intenta llegar a un acuerdo, será más probable un resultado favorable. Así, un discurso alternativo y funcional por parte del progenitor/a podría ser el siguiente: «Cariño, se que te hace mucha ilusión subir a la encimera de la cocina para saltar, pero la encimera sirve para preparar la comida, no para saltar de ella y te podrías hacer daño. Si te apetece podemos buscar otro sitio de la casa donde saltar y que sea seguro«.
¿Por qué es beneficioso establecer límites conductuales?
Los límites son sinónimo de seguridad, protección, estabilidad y son de gran importancia en la infancia, porque es a través de ellos que se entiende el mundo en su globalidad. Pero, sobre todo para orientar mejor sus emociones. No sólo es un acto de responsabilidad para con los niños, sino que deviene también un fenómeno educativo fundamental el hehcho de permitir que los hijos/as vivan, sientan y experimenten situaciones donde el límite sea real. Cuando un niño/a participa en una situación con un límite determiando se fomenta la tolerancia, la espera y el manejo de la frustración. En los niños, la capacidad para superar, tolerar y autocontrolarse está realmente vinculada con la firmeza amorosa recibida por medio de sus padres. A través de una autoridad congruente y unas normas claras, aprenderá a gestionarse eficazmente y a vivir en sociedad.
Los límites no deben ser impuestos unilateralmente en todos los casos, también pueden hacerse en consenso con los más pequeños/as. Criar a un niño/a con amor, pero a la vez con firmeza es la clave para educar niños más seguros y emocionalmente maduros. Así, no debe confundirse ejercer una educación amable con una educación permisiva.
Recomendaciones concretas en el establecimiento de límites conductuales
- Ofrecer coherencia entre los pensamientos, los mensajes que se transmiten y las acciones que se acaban realizando por parte del adulto.
- Transmitir mensajes enfatizando los temores del adulto puede provocar el desarrollo de miedos infundados e irreales en los niños/as.
- Dar ejemplo fomentando valores éticos como la empatía o la asertividad, los cuales permitirán el fomento de relaciones interpersonales más sanas y satisfactorias.
- Cumplir las promesas o los acuerdos pactados previamente.
- Potenciar un estilo de apego segura, basado en la confianza, el respeto mutuo y cooperación.
- Ofrecer acompañamiento y normalizar la experiencia de emociones adversas en los niños/as, a fin de facilitarles una gestión emocional más eficaz.
- Establecer un buen y efectivo nivel de comunicación.
- Promover la reflexión conjunta sobre las conductas del infante y de las consecencias de estas.
- Explicar y hablar con ellos sobre la importancia de los límites conductuales en el desarrollo personal vital.
- Resaltar y reforzar positivamente aquellos aspectos de mejora que se vayan consolidando.
- Considerar que no toda conducta puede ser pactada o negociada con él/ella.
- Ser muy firmes en nuestras decisiones.
- Implicar que ellos/as mismos/as participen del establecimiento de algunos límites.
- Proponer límites proporcionados y justos en función de la edad y circunstancias personales y situacionales del momento.
- Actuar siempre desde la amabilidad y no desde la excesiva permisividad.
- Involucrar al niño en la búsqueda de la solución.
- Reflexionar y ayudar al pequeño/a a reparar el daño ocasionado, tanto a nivel material como a nivel emocional, tras una conducta inadecuada.
En definitiva, es importante involucrar al niño/a, motivarlo en su responsabilidad y confiar en él/la, ya que así se promoverá una actitud infantil proactiva en la solución de situaciones adversas, en el afrontamiento y asunción de errores de forma constructiva, un aspecto básico para manejar la frustración y otras emociones descontroladas en edades más avanzadas.
Referencias bibiográficas
Bilbao, Álvaro (2015). El cerebro del niño explicado a los padres. Editorial plataforma.
J. Mackenzie, Robert (2006). Poner límites. Editorial Medici.
J. Siegel, Daniel y Payne Bryson, Tina (2018). Disciplina sin lágrimas. Editorial B de bolsillo.
Mazlish, Elaine y Faber, Adele (2013). Cómo hablar para que sus hijos escuchen y cómo escuchar para que sus hijos hablen. Editorial Medici.
Tirado, Miriam (2022). Límites. Editorial Urano.