Autora: Carla Carulla, psicóloga infantojuvenil en Elisabet Rodríguez – Psicologia i Psicopedagogia (Granollers).
En los últimos años se está poniendo de manifiesto una realidad preocupante que se vincula con el aumento de la violencia de género en el ámbito de la pareja a edades cada vez más tempranas. Se observan con frecuencia comportamientos tóxicos y de maltrato en adolescentes quienes, en muchas ocasiones, no son conscientes de estar ejerciendo o recibiendo esta clase de maltrato.
El maltrato en las relaciones de pareja, ¿un fenómeno normalizado?
El contexto social actual presenta una serie de características, valores y creencias que generan un impacto en los aprendizajes que se van interiorizando desde la infancia. Aspectos como los roles y los estereotipos de género asociados al hombre y a la mujer, los mitos del amor romántico y la normalización del uso de la violencia como forma de expresión y resolución de conflictos, son los elementos principales que están contribuyendo en dicha problemática. Todos estos fenómenos se adquieren a lo largo de la infancia a través de la cultura, de los medios de comunicación, del cine, de la música, de las redes sociales, etc. Estos poseen un impacto a la hora de generar relaciones sexoafectivas con los iguales, que a menudo incluyen numerosos comportamientos tóxicos que pueden derivar en relaciones de maltrato y violencia de género.
¿Qué se entiende por estereotipos de género?
Que existen diferencias claras y observables entre los hombres y las mujeres, es una afirmación evidente. Sin embargo, la cuestión clave es plantear hasta qué punto estas diferencias son propias esencialmente del hombre o de la mujer o bien son producto del proceso de socialización que han vivido los hombres y las mujeres en un contexto sociocultural determinado. Este ambiente posee una gran influencia en la definición de las diversas características emocionales, intelectuales y de comportamiento en los individuos por el hecho de ser biológicamente mujeres u hombres. Construirse como mujer o como hombre es el resultado de un proceso, y aquí es donde intervienen los estereotipos de género de cada cultura, los cuales no solo reflejan las diferencias sobre un grupo u otro, sino que también define las expectativas de cada uno en las diversas áreas vitales y genera un impacto en la forma en la que los hombres o las mujeres se definen a sí mismos/as y son tratados/as por los demás.
Así entonces, las mujeres aprenden a ser más cariñosas, dependientes, sensibles, delicadas, discretas, entre otras; mientras que a los hombres se les atribuyen características como la fortaleza, la valentía, el éxito, etc.

El ideal de amor sociocultural en el desarrollo de conductas tóxicas y/o de maltrato en la pareja
En esta problemática, tiene una clara influencia el ideal del amor romántico que se ha ido interiorizando a lo largo de la infancia a través de diferentes medios, tal como se ha comentado con anterioridad. En base a la creación de unas expectativas irreales, los mitos del amor romántico son un factor importante en el desarrollo de relaciones tóxicas basadas en la desigualdad y la dependencia emocional.
A continuación, se exponen distintos ejemplos de las ideas que fundamentan los denominados mitos del amor romántico y que se encuentran más presentes en la sociedad:
- «La media naranja”
La creencia de que la elección de la pareja sentimental es una cuestión predestinada o de que una persona no se siente completa hasta que encuentra a su media naranja se encuentra muy extendida. Sin embargo, es esencial entender que las personas son ya completas por sí mismas, compartir la vida con alguien no es un requisito para completarse y se puede llegar a compartir relaciones con diversas personas a lo largo de la vida.
2. “El amor es lo más importante y requiere entrega total”.
El amor y los cuidados a la pareja son importantes, pero cuando estos se ejercen de forma bidireccional. La sensación de sacrificio, de dar sin recibir, no es sinónimo de amor.
3.“Estar enamorados significa estar juntos en todo momento y compartirlo todo”.
Es muy satisfactorio compartir intereses y espacios con la pareja, pero es necesario que cada miembro de la pareja conserve su espacio individual en el que atender sus responsabilidades y las personas importantes de su entorno. No desear estar las 24h del día con la pareja no implica necesariamente que no se quiera a la otra persona; sino todo lo contrario: se está respetando el espacio personal de esta.
4. “Los celos significan que hay amor”.
Los celos son simplemente una emoción, por lo que no pueden definir a una persona ni son el reflejo de otro sentimiento como puede ser el amor. Los celos son una emoción que se nutre de razonamientos irracionales y de emociones adversas como la ira y el miedo.
5. “El amor verdadero se siente solamente por una persona, si me siento atraída por otra, el amor se ha acabado”.
Esta afirmación hace referencia al mito de la exclusividad, pero lo cierto es que sentir atracción por otra persona no es una infidelidad ni implica en ningún caso menos amor hacia la pareja. Es totalmente natural sentir atracción hacia diferentes personas incluso estando en una relación monógama.
6. “El verdadero amor es para siempre”.
No existe nada que pueda asegurarnos que así sea. Para que el amor en una relación dure hay que cuidarlo y requiere confianza.
7. “El amor puede con todo”.
El amor no es suficiente para el mantenimiento de una relación sentimental. Para mantener una vínculo de este tipo a lo largo del tiempo se requieren también otras capacidades como la comunicación, la gestión emocional, la empatía, la resolución de problemas, el respeto, entre otras.
8. “Si mi pareja me quiere me aceptará tal y como soy, sin pedirme que cambie nada.”
No es un planteamiento realista el hecho de que obligatoriamente a cada miembro le agrade el 100% de la pareja. Aunque se coincida en muchos aspectos, siempre habrá diferentes valores, puntos de vista discrepantes y modos de actuar diversos. En estas situaciones, es preciso encontrar puntos en común para que los dos miembros de la pareja se sientan cómodos. Esto no implica cambiar a la otra persona o su identidad, sino cambiar ciertas acciones o actitudes concretas de uno y otro con un fin común beneficiosso para la pareja.
A modo de conclusión: prevenir la normalización de la violencia en la pareja
Datos de una macroencuesta de violencia contra la mujer que se llevó a cabo en 2019, indican que un 6,2% de las adolescentes de 16 y 17 años han sufrido violencia física por parte de parejas o exparejas. Asimismo, un 6,5 ha sufrido violencia sexual, un 16,7% violencia emocional y el 24,9% violencia psicológica o de control. A esos datos se le suma el importante porcentaje de jóvenes (1 de cada 5) que consideran que la violencia de género no existe. Esta información muestra la necesidad de trabajo existente que queda por hacer en este campo, especialmente a nivel de prevención, sensibilización y deconstrucción de ideales de amor y de género que siguen tan presentes en la sociedad, perpetuando dichas conductas de control, maltrato y violencia.
Referencias bibliográficas
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