Autora: Carla Carulla, psicóloga infantojuvenil en Elisabet Rodríguez – Psicologia i Psicopedagogia (Granollers).
La insatisfacción respecto de la propia imagen corporal es un fenómeno cada vez más habitual y presente en edades más tempranas, siendo la misma un factor de riesgo importante para el posterior desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria. En anteriores artículos de nuestro blog web se puede consultar información más extendida sobre el concepto de la imagen corporal y qué variables contribuyen a mantener el sentimiento de insatisfacción con la misma.
La insatisfacción corporal: una breve definición
La imagen corporal es la representación simbólica que se tiene de uno mismo, incluyendo la percepción (no objetiva) que se elabora del propio cuerpo, el componente emocional y cognitivo que genera dicha percepción, así como el modo de comportarse que se deriva de esa valoración y la experiencia que se genera.
La imagen corporal se produce a través del proceso de socialización en la cultura en la que se desarrolla la persona, a través de las experiencias significativas que se van acumulando durante la infancia y la juventud, especialmente a nivel familiar, social o escolar, así como a partir de las características personales de cada uno. Por ello, se entiende que la percepción de la propia imagen corporal rara vez es objetiva o definida de manera neutral.
¿Qué mantiene la insatisfacción corporal?
Existen diversos mecanismos que mantienen que la relación con la propia imagen pueda ser conflictiva. Entre ellos se distinguen los siguientes:
– Rituales de comprobación y confirmación: uno de los mecanismos que más mantiene y favorece la insatisfacción con la propia imagen es lo que se denomina el “body checking”, es decir, estas conductas dirigidas a la comprobación y control del propio aspecto. Algunos ejemplos de dichas conductas pueden ser los siguientes: pesarse en una báscula diariamente, mirarse al espejo antes de salir de casa múltiples veces, mirar cómo cambia el cuerpo antes y después de las comidas o de haber realizado ejercicio físico, comprobar constantemente la propia apariencia en espejos o escaparates, preguntar constantemente por el propio aspecto, hacerse fotos o mirarse a menudo con la cámara del móvil para comprobar cómo le están viendo los demás, etc.
– Atención selectiva hacia las partes del cuerpo que preocupan: en las personas que presentan elevada insatisfacción corporal, el foco de atención está sesgado, dirigiéndose directamente al encontrar un reflejo de los aspectos de uno/a mismo/a que no resultan satisfactorios y generan preocupación o rechazo. Esto provoca que la sensación de insatisfacción con dichas partes del cuerpo sea cada vez mayor, a la vez que se obvia la atención a otras partes del propio cuerpo que pueden resultar más favorables o menos angustiosas.
– Diálogo interno negativo y crítico: el diálogo interno de personas con una visión negativa de la propia imagen suele ser muy dicotómico, categórico, crítico, negativo y altamente irrespetuoso. Frases dirigidas a uno/a mismo/a como “soy horrible”, “soy un monstruo”, “siendo así de feo/a es imposible que nadie me quiera”, “doy asco”, etc., son algunos ejemplos de este tipo de diálogo que puede estar presente en algunas personas. Suele tratarse de apreciaciones subjetivas y muy poco realistas que se interpretan como verdades absolutas, generando un impacto adverso importante en la propia autoimagen y en la percepción de la propia persona, así como también deviene un factor mantenedor de la baja autoestima.
– Sesgos cognitivos: los sesgos cognitivos se definen como la inclinación del cerebro a dar más o menos atención y relevancia a un tipo de información que a otra. Esto puede ocurrir de manera cotidiana en el razonamiento que las personas realizan a diario, ya que es un mecanismo mental que tiene la función de optimizar el procesamiento de la información. Sin embargo, a veces puede jugar un papel desfavorable en el estado de ánimo y en las creencias que la persona elabora. En el caso de la insatisfacción corporal, los sesgos cognitivos tienen un papel relevante. Entre algunos de ellos se encuentran el ideal irreal, que consiste en evaluar la propia apariencia a partir de un estándar irreal que conlleva centrarse en los propios defectos cuando se perciben desajustes entre la apariencia real y el estándar ideal; la lupa, que consiste en centrarse en aspectos de la propia apariencia que se perciben como desagradables y exagerar su importancia, pasando a representar este aspecto concreto la totalidad de la apariencia; la mente ciega, que hace referencia a la tendencia a minimizar o ignorar los aspectos favorables de la propia apariencia; el razonamiento emocional, que hace de las sensaciones verdades absolutas, pasando a pensar que “me siento fea, esto significa que soy fea”, etc. Es importante detectar qué sesgos pueden estar contribuyendo a la mala relación con la propia imagen corporal para poder reeducar la perspectiva que está elaborando el individuo y para conseguir dirigir la atención a un foco distinto que permita elaborar interpretaciones más realistas.
– Conductas de evitación y de lucha: existen básicamente dos mecanismos de respuesta que mantienen la insatisfacción corporal, denominadas como conductas de evitación y de lucha. La evitación puede darse a través de la ocultación, camuflando las partes del propio cuerpo que generan incomodidad (por ejemplo, usar ropa ancha, maquillarse, etc.) o a través de la huida, que consiste en evitar situaciones en las que la exposición del propio cuerpo puede generar miedo o vergüenza (situaciones como ir a la playa, a gimnasios, a fiestas, etc.). Por otro lado, las conductas de lucha consisten en todas aquellas acciones que supuestamente conducen a alcanzar los ideales de belleza, por ejemplo el estar a dieta de manera habitual y permanente, los rituales exhaustivos de belleza antes de salir de casa, la cirugía estética, etc.

¿Cómo se puede potenciar la relación con la propia imagen física?
A continuación se describen algunas aproximaciones que contribuyen a desarticular los factores mantenedores descritos con el objetivo de desarrollar una percepción de la propia imagen corporal más justa, realista y con menos interferencia en el día a día.
1. Evitar al máximo las conductas de comprobación (“body checking”). Puede ser recomendable obviar actitudes como pesarse, mirar cómo cambia el propio cuerpo en el espejo tras las comidas o actividad física, comprobar el propio aspecto en el espejo antes de salir de casa, hacerse fotos durante el día para comprobar cómo los demás pueden percibir a la persona, etc.
2. Reeducar la atención: como se ha mencionado con anterioridad, en la insatisfacción corporal la atención está sesgada, por lo que es importante poder reeducar la propia mirada. Un ejercicio que puede ayudar es el de buscar un número concreto de aspectos favorables del propio cuerpo (o que se vivan con mayor neutralidad) cada vez que uno se mira al espejo.
3. Redirigir el propio diálogo interno a uno más justo, realista y objetivo: sustituir frases subjetivas y peyorativas por un lenguaje más preciso, específico y no autocrítico. Por ejemplo, cambiar frases como: “soy horrible, tengo una dentadura de caballo” por “hoy no me siento bien con mis dientes delanteros ligeramente salidos”. Conseguir una mejor relación con la imagen corporal no pasa por que guste cada parte del propio cuerpo todos los días de la vida, sino por entender que a pesar de que un día la persona no sienta agrado respecto de un aspecto de su apariencia, cabe ejercer una actitud respetuosa hacia sí mismo/a.
4. Reducir las conductas de evitación y de lucha: a corto plazo evitar u ocultar disminuye la ansiedad que genera la exposición del propio cuerpo, pero a medio y largo plazo estas conductas son determinantes en el mantenimiento del miedo o de la incomodad con el propio aspecto. Cuanta más evitación, mayor es la intensidad de la emoción del miedo. Por lo tanto, es importante tratar de ir exponiéndose poco a poco a las situaciones que generen menos temor para ir avanzando progresivamente hacia las más complejas. Por ejemplo, si provoca pánico ir en pantalón corto por la calle porque la persona siente desagrado con la morfología de las piernas, se propone a la persona que se ponga esa pieza de ropa primero en la propia habitación, luego en otros lugares de casa con alguien de la familia, después en una situación segura fuera del hogar con una persona de confianza, y poco a poco ir aplicándolo a otras situaciones más complicadas.
5. Pedir ayuda profesional: por supuesto, pedir ayuda profesional es de gran importancia para hacer un trabajo más profundo y sistematizado en todas esas áreas a fin de identificar los sesgos cognitivos que puedan estar presentes en la propia interpretación de la realidad y el cuerpo, planificar una exposición gradualmente a las experiencias que se están evitando, así como a las emociones que genera el propio cuerpo, desvincular la autoestima de la propia imagen corporal y acabar desarrollando una visión de la misma más neutra y realista.
Referencias bibliográficas
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