Autora: Montse Vaca, neuropsicóloga en Elisabet Rodríguez – Psicologia i Psicopedagogia (Granollers).
¿Qué es el instinto de supervivencia?
El instinto de supervivencia es la capacidad de actuar, de forma automática, de que disponen todos los seres para hacer frente tanto a las agresiones externas como las que son de origen interno. Esta característica permite al individuo seguir con vida y evitar la muerte, siendo su objetivo principal la preservación de la especie.

Los instintos de supervivencia en el ser humano
En concreto, la especie humana presenta tres clases de instintos principales:
– El instinto de preservación, que responde a la necesidad de supervivencia vinculada a la alimentación, al refugio y a la comodidad a los que puede acceder el individuo. Este tipo de instinto está orientado a garantizar un tipo de seguridad física tanto a nivel individual como comunitaria.
– El instinto sexual, que se relaciona con el establecimiento del encuentro íntimo y sexual entre individuos de la misma especie y está ligado al impulso reproductivo, siendo su principal función la unión y la procreación.
– El instinto social, que hace referencia a la necesidad intrínseca de pertenencia a un grupo. Este instinto permite favorecer una percepción de autoeficacia y de competencia intelectual dentro de un determinado colectivo. El objetivo de este instinto pretende potenciar un mayor nivel de satisfacción y valía personal, un tipo de seguridad de carácter más emocional.
¿Cómo operan los instintos a nivel neurobiológico?
En relación al origen neurológico del impulso, el instinto de supervivencia se encuentra en el tronco encefálico que junto a la médula espinal y los nervios periféricos forman la principal ruta de comunicación del cerebro.
La corteza prefrontal, localizada en la parte frontal del cerebro, justo detrás de la frente, es la encargada de controlar las funciones cognitivas superiores tales como el pensamiento, razonamiento o el lenguaje, es decir, aquello que distingue al ser humano del resto de los animales.
El sistema límbico se encarga de los impulsos más primarios y de tomar la decisión de lo que merece ser aprendido dependiendo del valor positivo o negativo de las experiencias que se viven. Está formado por tres componentes:
- Hipotálamo: se encuentra situado en la base del encéfalo, por debajo del tálamo, es una estructura cerebral pequeña compuesta por múltiples núcleos y fibras esenciales para garantizar la propia supervivencia. Su función es la regulación de la sed, el apetito, la respuesta al dolor y al placer, la ira y la agresividad. Asimismo, también regula el sistema nervioso autónomo encargado del pulso, presión arterial y respiración.
- Hipocampo: se encuentra en el lóbulo temporal, es la principal estructura ligada al hipotálamo en la regulación de procesos básicos para la supervivencia. Su función está relacionada con la consolidación de los aprendizajes realizados. Vincula los contenidos con valores positivos o negativos dependiendo de si los recuerdos se han asociado a experiencias placenteras o dolorosas. Los procesos mentales ligados a la emoción determinan el modo en el que se aprende el comportamiento evitando repetir errores y volviendo a experimentar sensaciones agradables.
- Amígdala: se encuentra en el ventrículo lateral del lóbulo temporal. Forma parte del cerebro profundo en el cual priman las emociones básicas y el instinto de supervivencia. Su función está relacionada con la respuesta emocional aprendida de ciertas situaciones por ejemplo el miedo. Se encarga del procesamiento y almacenamiento de reacciones emocionales que resultan fundamentales para la supervivencia del individuo. Es la encargada de recibir las señales de peligro potencial y desarrollar reacciones que contribuyan a la autoprotección.
Instinto y aprendizaje: ¿cómo se relacionan ambos conceptos?
El cerebro humano está constantemente escaneando el entorno en busca de estímulo que procesar. Cuando surge un estímulo inesperado, el propio instinto de supervivencia hace que el cerebro centre toda su atención en este a fin de que esté preparado para la acción. Sin embargo, cuando los estímulos del entorno son principalmente predecibles o repetidos, el interés del cerebro por el mundo externo se reduce. Este hecho provoca que pase a buscar nuevas sensaciones en el interior. Es por ello que, la estimulación de manera constante es fundamental para potenciar la capacidad de aprendizaje.
Esta predisposición genética a la supervivencia, provoca también que el cerebro no pueda llevar a cabo más de un proceso cognitivo de forma simultánea. Por tanto, la llamada “multitarea” es tan solo un mito; el cerebro no está realizando más de una tarea al mismo tiempo, sino que en realidad está saltando de una tarea a otra. Esta circunstancia hace que la atención se divida y, dado que las tareas compiten entre sí por acaparar los limitados recursos cognitivos disponibles, realizar una tarea interfiere con las otras, aumentando la ineficiencia, la probabilidad de errores así como el tiempo dedicado a las tareas.
Finalmente, las emociones se encuentran muy implicadas en el aprendizaje, la forma de percibir las situaciones desencadenará unos neurotransmisores específicos que afectan en el modo cómo aprendemos. En dicho proceso se encuentran implicadas la dopamina, la noradrenalina, la serotonina y el glutamato.
Referencias Bibliográficas
Elorza, V. (2022). ¿Qué es el instinto de supervivencia? Psicología y Mente.
Frandsen, G. (2013). El hombre y el resto de los animales. Tinkuy No. 20, 56-78.
Maldonato, M (2008). Dizionario di Scienze Psicologiche, Edizioni Simone.
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excelente, lo comparto con mi grupo. Gracias!!
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¡Muchísimas gracias Elisa! Saludos cordiales
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