Autora: Carla Carulla, psicóloga infantojuvenil en Elisabet Rodríguez – Psicologia i Psicopedagogia (Granollers).
Durante la vida es común experimentar en diversas ocasiones situaciones adversas, que ponen a prueba la capacidad de afrontamiento personal y que generan una serie de emociones que pueden ser muy difíciles de gestionar. Ya sea la pérdida de un trabajo, una ruptura de pareja, una enfermedad, situaciones de inestabilidad económica, la pérdida de un ser querido, etc., en estos y otros períodos puede ser habitual sentir cierta incapacidad para seguir adelante. Es en este tipo de periodos vitales en que la resiliencia deviene un aspecto clave.
¿Qué es exactamente la resiliencia?
Podemos entender como resiliencia el conjunto de capacidades y cualidades humanas que permiten a una persona asumir con flexibilidad situaciones límite y desarrollarse en la adversidad de manera que una vez superada la experiencia traumática se mantiene un funcionamiento adecuado, saliendo incluso en ocasiones fortalecidos de ella. Ser resiliente no implica evitar el sufrimiento; las emociones desagradables y el dolor forman parte de la vivencia de dichas experiencias de crisis. Ser resiliente consiste en ser capaz de sobrellevar y resistir el trauma, así como posteriormente adaptarse y rehacerse del mismo.
¿Cómo se manifiesta la resiliencia ante situaciones adversas?
En el ámbito de la psicología se ha generado en las últimas décadas un gran interés en estudiar cuáles son los factores que contribuyen a adquirir una adecuada capacidad de resiliencia. Aspectos como: la seguridad en uno mismo y en la propia capacidad de afrontamiento, tener un propósito vital importante, el mantener relaciones cercanas de apoyo y seguridad, la creencia de que se puede aprender tanto de las experiencias positivas como de las negativas y el hecho de disponer de un buen nivel de autoconcepto y autoestima son algunos de los factores que se han encontrado asociados a una buena capacidad de resiliencia.
¿Qué caracteriza a una persona resiliente?
En lo referido a las estrategias de afrontamiento, las personas resilientes suelen presentar un afrontamiento activo, que se define por aspectos como la aceptación y reconocimiento de lo que está ocurriendo y la realización de acciones dirigidas a solucionar o gestionar la situación estresante o adversa.
Además, las personas resilientes son más capaces de llevar a cabo lo que se denomina una reinterpretación positiva, que consiste en poder determinar (si es que lo hay) el lado más favorable del problema para crecer y mejorar como persona a través de la vivencia de la situación adversa. En ocasiones, las personas que disponen de la aptitud de resiliencia adoptan el uso del sentido del humor para sobrellevar algunas situaciones de crisis. Suelen ser personas realistas en sus metas, con una buena capacidad de gestión de emociones intensas y favorables habilidades en la resolución de problemas.

¿Qué hábitos pueden contribuir a entrenar la propia resiliencia?
La resiliencia es una capacidad que se puede desarrollar en mayor o menor medida en la infancia. Modelos educativos altamente resilientes o experiencias adversas pueden contribuir a desarrollar dicha capacidad, pero cabe tener en cuenta que esta capacidad es un fenómeno dinámico, por lo que es posible desarrollarla y fomentarla en el transcurso de la trayectoria vital. Algunas de los aspectos que pueden contribuir a entrenar la resiliencia son los siguientes:
- Establecer relaciones de confianza, seguridad y apoyo dentro y fuera de la familia.
- Trabajar en la capacidad de adaptación, entendiendo y aceptando que el cambio forma parte natural de la vida.
- Asumir que existen factores externos que no responden al propio control.
- Fortalecer una visión positiva de uno mismo y de los propios logros.
- Observar las dificultades vitales a las que nos hemos enfrentado y detectar las circunstancias que nos han ayudado a transitarlas y adaptarnos a ellas.
- Evitar la creencia de que ciertas experiencias vitales son imposibles de superar confiando en la capacidad de adaptación del ser humano.
- Trabajar en el autocuidado y la asertividad, permitiendo expresar las propias necesidades, emociones y deseos.
- Fortalecer un afrontamiento activo de las situaciones, aprender a establecer metas realistas e ir acercándonos paso a paso a ellas, con pequeños objetivos alcanzables.
- Observar las experiencias de crisis como oportunidades de introspección, autoconocimiento y desarrollo personal.
FInalmente, ser conscientes del proceso personal vivido, así como también de las dificultades que se experimentan en el mismo y pedir ayuda, también es una actitud resiliente. Si estás experimentando una situación como las descritas o similar y sientes que el acompañamiento psicológico puede ser de ayuda en tu proceso, no dudes en ponerte en contacto con nuestro equipo profesional.
Referencias bibliográficas
American Psychological Association (2011). Camino a la resiliencia.
Astorga, M. C. M., Finez-Silva, M. J., dos Anjos, E. M., Pérez-Lancho, M. C., Urchaga-Litago, J. D., & Vallejo-Pérez, G. (2019). Estrategias de afrontamiento que predicen mayor resiliencia. Revista INFAD de Psicología. International Journal of Developmental and Educational Psychology., 4(1), 183-190.